Francisco Cerén: “Es el momento de cambiar las reglas del juego entre promotores y constructores”
Coincidiendo con su vigésimo aniversario, Bilba ha cambiado de director general: Juan Borrajo dejó el cargo antes del verano y cogió el testigo Francisco Cerén. Madrileño, ingeniero de caminos con más de 25 años de experiencia en el sector, tiene por delante la ambiciosa tarea de multiplicar casi por cuatro el tamaño de la compañía en los próximos cinco años.
¿Cómo ha llegado Bilba hasta aquí? Hace veinte años, los hermanos Jorge, Iván y Ana Borrego, –conocidos en Álora como “los Bilba” o “los bilbaínos” porque su padre, Juan Borrego, era emigrante retornado de Bilbao–, deciden montar una constructora. Querían seguir la tradición familiar –su padre tenía una pequeña empresa de reformas–, pero con un enfoque ambicioso y moderno.
Ninguno de los tres socios había cumplido los 30 por entonces. Por eso Bilba se ha desmarcado de la forma de funcionar de las constructoras “de toda la vida”; apostando por una gestión profesionalizada y dando una importancia primordial a la marca, la imagen y el marketing. A la vez, no ha dudado en abrazar las ventajas de la tradición: mantiene su sede en Álora y nutre su plantilla del valle del Guadalhorce, que siempre ha sido considerado la mejor cantera de mano de obra de la construcción.
Y en este capítulo, el de personal, merece la pena detenerse porque es, en palabras de su director general, «la mayor ventaja competitiva» de Bilba. No lo dice por quedar bien. La compañía aloreña es una rara avis en un sector donde la norma es la subcontratación: tiene una plantilla propia fija de 500 empleados. «No hay ninguna constructora en Andalucía que tenga más personal», asegura Cerén. Desde la óptica empresarial más obvia, contar con tantos empleados se consideraría un lastre, pero Bilba ha sabido usarlo como arma para diferenciarse de la competencia. «El tiempo nos ha dado la razón. En la coyuntura actual de falta de mano de obra especializada, el contar con personal propio nos permite transmitir confianza frente a nuestros compromisos. Es la razón por la que podemos asumir los cada vez más estrictos compromisos de calidad y plazos», reflexiona el director general.
El sprint de Bilba se produjo en la rampa de salida de la anterior crisis, aprovechando el hueco dejado por las constructoras caídas en combate. «No es que la crisis no los afectara; tuvieron problemas, como todo el mundo, pero no sufrieron ningún impago gordo y recibieron el apoyo de su gente. Ellos, en un momento dado, se sientan con sus proveedores y les dicen que no pueden pagarles, pero que pueden seguir trabajando. Salieron fortalecidos de la crisis», relata Cerén.
Ganando obras y clientes cada vez más importantes en varios segmentos (edificación residencial, rehabilitación de edificios y reformas de locales), Bilba fue acelerando su crecimiento hasta alcanzar velocidad de crucero. Ahora quiere impulsarse en la diversificación para dar un salto mucho mayor: el que la llevará al top ten nacional. A nivel geográfico, Bilba apuesta por extender su dominio por Andalucía, crecer en Madrid y lo que llaman «nichos de mercado»: Gibraltar, Ceuta y Canarias. Son lugares donde la barrera de entrada es alta, pero una vez dentro hay menos competencia.
En cuanto a nuevas líneas de negocio, energía y obra pública están llamadas a aportar un tercio, respectivamente, de la facturación de la Bilba del futuro. La compañía se ha especializado en la modalidad EPC (Engineering, Procurement and Construction) para ofrecer «soluciones integrales a medida en la construcción, montaje y puesta en marcha de instalaciones fotovoltaicas», explica Cerén. Así, se ha adjudicado la construcción de las instalaciones de autoconsumo en todos los centros de ITV Veiasa de Andalucía, así como las de las plantas depuradoras de Castilla y León. También está levantando un huerto solar de 36 MW en Guadalajara.
En la obra pública, la empresa quiere avanzar lenta, pero segura. Se está posicionando en VPO, un segmento que ahora tiene poco relieve pero que sus directivos esperan que despegue en el futuro.
En esta estrategia de diversificación, juegan un papel importante las demás empresas del holding Sinerba. Destacan la promotora Suba (que tiene entre sus proyectos una promoción de viviendas en Churriana y un centro comercial en El Mayorazgo), Sabia (promotora de plantas fotovoltaicas), Tailor (empresa especializada en reforma de locales comerciales que, por ejemplo, se encarga de todas las perfumerías de Primor) o Lora, dedicada a la explotación de fincas agrícolas. En cinco años, la compañía prevé que estas “hermanas” de Bilba aporten 70 millones de facturación y el 50% del Ebitda del grupo.
«Es un plan estratégico ambicioso pero factible. Se está invirtiendo en profesionalizar la compañía, dotándola de todos los recursos técnicos y financieros necesarios para poder abordar proyectos de cualquier volumen y dificultad técnica. Hemos roto nuestro techo y competimos de tú a tú con las constructoras nacionales», afirma Cerén, que cree que en la compleja situación actual, que combina carestía de materiales y mano de obra con fuerte demanda constructiva, es el momento de «cambiar las reglas del juego» y abandonar los contratos cerrados para caminar hacia modelos «flexibles y colaborativos» que permitan abordar proyectos en situaciones de volatilidad e incertidumbre.
La pregunta es frecuente entre quienes no conocen a fondo el sector: ¿De dónde ha salido Bilba y por qué lo construye todo últimamente? Su sencillo logotipo, letras negras sobre fondo blanco, está por todas partes: edificios en rehabilitación en el centro, centros comerciales, villas de lujo en Marbella, grandes promociones en Teatinos, reformas de locales… Más de uno se sorprenderá al saber que no es una empresa venida de fuera para aprovechar el tirón inmobiliario de la Costa del Sol. Bilba es una compañía de carácter familiar nacida en Álora hace solo 20 años. Una millennial del ladrillo que ha tomado el testigo de las grandes constructoras malagueñas de otra época, convirtiéndose en el jugador local más destacado del sector.
Este año, en su vigésimo aniversario, Bilba se propone romper la barrera psicológica de los 100 millones de facturación. «Es un momento complicado para nuestro sector y en general, pero aun así, podemos hacer un balance muy positivo de lo que va de año. Esperamos un crecimiento del 30% respecto a 2021, manteniendo los márgenes. Venimos de tres años previos de clara tendencia alcista con cifras de facturación de 61 millones (2019), 65 (2020) y 74 (2021)», revela su director general, Francisco Cerén. Y esto es solo el principio, advierte:
«Nuestro plan estratégico dice que la constructora debe llegar en cinco años a una facturación de 340 millones, situándola como la número uno de Andalucía y entre las diez primeras a nivel nacional».